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No todos los cánceres de mama son iguales. En un mundo ideal (si es que existe un cáncer de mama ideal), el tipo HER2 positivo (donde las células cancerosas tienen receptores adicionales para la proteína HER2) es uno a tratar de evitar. No es que el HER2 positivo en sí mismo sea un peor tipo de cáncer. Es sólo que, en comparación con otros tipos, se propaga más rápido de lo normal.
Una de cada cinco mujeres diagnosticadas con cáncer de mama son HER2 positivo y el destino quiso que yo me encontrara entre la minoría elegida. En fin...
Aunque esto no afecta mi pronóstico —Dr. K. dijo que voy a estar bien y voy a ver la boda de mis hijas—, el fantasma de HER2 ha agregado un peso a esta experiencia. Es un desencanto extra. Una preocupación más.
¿Era necesario tener personalidad tipo A incluso para cáncer de mama? ¿No podía haberme quedado con el tipo básico normal? ¿Qué hago si alguna pequeña célula ya corrió por mi flujo sanguíneo? ¿Qué hago si el cáncer fue más rápido de lo que la quimio puede reaccionar? Estar en mi cabeza llena de preguntas no es tarea fácil y, hasta esta mañana, la mayor fuente de ansiedad había sido no encontrar otra paciente HER2 positivo que me asegurara que voy a estar bien... Pero sigo creyendo que las cosas por algo suceden en la vida y la historia de esta mañana me lo reconfirmó otra vez.
Después de llevar a mis hijas a la escuela, manejé hasta la ciudad para un pequeño procedimiento médico casi innecesario —hace un mes, encontré lo que parecía ser un quiste de agua en mi pecho derecho (suspiro ...) y, aunque el médico ni siquiera parpadeó al respecto, insistí en que me hicieran una biopsia para estar seguros y calmar mi ansiedad. Toda la cuestión duró apenas veinte minutos y, a pesar de sentir que estaba haciendo perder tiempo y atención al médico, no quise tomar riesgos (porque un diagnóstico de cáncer en mi vida es suficiente y no quiero más).
Durante el proceso de veinte minutos, una enfermera cálida y alegre llamada Dana estuvo allí ayudándome. Me acompañó en el paso a paso, me hizo compañía y, sobre todo, me ayudó a mantener la calma. El quiste era, en efecto, tan sólo un quiste de agua y, en un abrir de ojos, el médico no estaba más. Dana, sin embargo, se quedó ordenando la sala y haciéndome compañía, y fue entonces cuando empezamos a charlar.
Mientras me cambiaba y pasaba de la bata a mi ropa de calle, Dana mencionó su propia historia de cáncer de mama (casi como al pasar). Fue entonces cuando me bajó la ficha: Yo no estaba allí por mi quiste de agua, ni por la biopsia. Mi estar allí respondía a un por qué diferente que iba más allá.
Vas a estar bien —dijo Dana. Tu actitud salta a la vista.
¿Vos también pasaste por quimio? —pregunté sorprendida.
Sí, hace diez años. Y ahora todo está bien. Hice quimio por seis meses, después rayos y también Herceptin. Ya sabés, por el HER2 ... —agregó como al descuido sobre el final.
HER2! La mágica combinación alfanumérica disparó mi atención de inmediato. Mi corazón comenzó a latir de prisa, mis ojos se iluminaron y se abrieron de par en par.
¡¿Eras HER2 positivo?! —pregunté con una sonrisa (olvidando que era cáncer de lo que estábamos hablando). ¡Estás viva y estás bien! —dije sin filtro y rompí en llanto sin más.
Vengo buscando una HER2 positivo durante todos estos meses, sin éxito... —dije luego explicando mi llanto. Vos sos la razón que me trajo aquí esta mañana. ¡Sos la HER2 positivo que he estado buscando. Estás viva y estás bien!
A Dana se le llenaron los ojos de lágrimas y, contra todo protocolo de hospital, me abrazó y me aseguró: Yo estoy bien y vos también vas a estar bien.
Tomé mis cosas y, mientras me secaba las lágrimas, Dana caminó conmigo. La miré una última vez y ambas sonreímos sin agregar nada más.
El fantasma HER2 ya no pesa sobre mis hombros...
Las cosas por algo suceden en la vida. Ahora sé que voy a estar bien y esta vez lo sé de verdad.
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