Dicen que la primera lluvia de mayo tiene poder curativo. Por eso, al abrir los ojos el sábado a la mañana y escuchar caer las gotas, di un salto y salà de la cama. Era apenas una llovizna, demasiado ligera para llenar un recipiente, pero suficiente para formar un charco en la terraza.
Sentà que la ansiedad recorrÃa mi cuerpo. Entonces, me detuve a pensar ...
Corrà a la cocina y agarré una servilleta de papel y un tazón. Luego, aún descalza y en camisón, abrà la puerta de calle y me arrodillé en el porche de madera.
Empapé la servilleta de papel en el charco de lluvia más grande que pude encontrar y la exprimà en el tazón —una, dos, tres veces y una vez más— y mientras seguÃa empapando y exprimiendo, lágrimas pesadas comenzaron a rodar por mi cara... QuerÃa desesperadamente atrapar cada gota de lluvia en ese charco, lavarme la cara con ella y hacer que el fantasma del cáncer desapareciera.
Miré hacia el cielo con dicha por haber atrapado la primera lluvia de mayo y, mientras lloraba, me invadió una profunda necesidad de agradecer. Y asà caà en la cuenta que, en efecto, la primera lluvia de mayo tiene poderes curativos, porque, más allá del cáncer, restauró mi fe y mi capacidad de creer.
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