Me desperté alrededor de la 1:00 am. Sentà una repentina oleada de calor recorriendo mi cuerpo y un torrente de pensamientos invadió mi mente: Debe ser un bochorno. ¿Será menopausia temprana? ¡Son los efectos secundarios de la quimioterapia! ¡¿Tan pronto?!
TenÃa puestos pijamas largos y una camiseta de mangas largas. Entonces me detuve un instante y puse freno a mi cascada de pensamientos quimioterápicos. Quizás sólo estoy sintiendo calor —me dije. Tiempo atrás habÃa consultado a mi ginecóloga porque creÃa estar teniendo bochornos tempranos. En esa oportunidad, su enfermera me miró y dijo: ¿Estás segura de que no es sólo calor? ¿Probaste quitar el cubrecamas o quitarte el camisón?
![](https://static.wixstatic.com/media/82257b_382d91b6ba0c4d9aac7920018544861e~mv2.jpg/v1/fill/w_452,h_384,al_c,q_80,enc_avif,quality_auto/82257b_382d91b6ba0c4d9aac7920018544861e~mv2.jpg)
Mientras me autodiagnosticaba menopausia temprana inducida por la quimioterapia, la voz de aquella enfermera vino a mi mente. ¿Estás segura de que no es sólo calor? Me deshice del cubrecamas, me quité la camiseta de mangas largas y me puse unos pijamas cortos. Asà nomás, el calor desapreció.
Esto me hizo pensar ...
El sesgo de confirmación es algo fascinante. Muchas veces, solemos interpretar eventos en modos que convalidan nuestros miedos y creencias preexistentes. Por ejemplo: La quimioterapia acelera el comienzo de la menopausia y la menopausia tiende a desencadenar bochornos. Yo tuve mi primera sesión de quimioterapia (hmmm ... ¡hace menos de veinticuatro horas!) y de repente siento calor. Mi sensación de calor no puede ser más que un bochorno, ¡signo inequÃvoco de mi menopausia precoz! En mi mente, esto hacÃa perfecto sentido. En la realidad, no tanto...
Lo cierto es que testear mis presunciones tomó sólo un par de pequeños pasos, y pude ver por mà misma si, en efecto, se condecÃan con la realidad.
Me quedé despierta un rato tratando de relajarme y tratando también de conectarme con lo que iba sintiendo. SeguÃa (y aún sigue) muy viva la ansiedad por lo desconocido —el no saber— porque si bien habÃa transitado con éxito mi primera sesión de quimioterapia (que ya no era una incógnita), aún no tenÃa (ni tengo) visibilidad o experiencia directa de sus efectos secundarios.
Ésos siguen siendo desconocidos para mà y sólo se volverán conocidos cuando ocurran.
Me quedé dormida y la alarma sonó a las 6:30 am. ¿Siento náuseas? ¿Hay un mechón de pelo en mi almohada? ¿Tengo calor menopáusico? No, no y no. La ansiedad claramente sigue ahÃ, pero hice un chequeo de la realidad y, al menos hoy, la respuesta a las tres preguntas es no.
Si estás leyendo este post y vas camino a tu quimio-experiencia, me gustarÃa compartir esta pequeña reflexión: recabar información sobre la quimio-experiencia de los otros puede ser útil, PERO hay que usar la información con inteligencia y tratarla como un mero referente de lo que puede (pero no necesariamente debe) ocurrir. A partir de allÃ, cada uno emprende su propio viaje, toma distancia, coteja datos con sus propias vivencias y hace de la quimio-experiencia teórica (y sus efectos secundarios) una experiencia propia y real.