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Ah... soy humana! (parte 2 - la capacidad de soltar)

¿Recuerdan cuando conté que los días cinco, seis y siete fueron fatales? Realmente lo fueron. Pero creo que en la vida hay un lado positivo en casi todas las cosas, y algo bueno puede salir incluso de un día fatal.


La mañana del día seis le envié un mensaje de texto a Carol, mi suegra. ¿Podés venir? Una hora más tarde, llegó y nos salvó,


¿Cómo puedo ayudar? —preguntó Carol cuando bajó y me vio acostada en la cama.


Acompañame mientras duermo y dame la mano —dije yo.


Lo que creímos sería una visita de unas pocas horas se convirtió en una estadía (muy necesaria) de tres días, durante la cual Carol me hizo compañía, me vio dormir, leyó un libro en la penumbra de mi habitación, llevó a mis hijas a la escuela y de regreso, preparó meriendas y, en general, mantuvo la maquinaria del hogar en marcha.


Entre sueños, de tanto en tanto podía escuchar a Carol en la cocina de nuestra casa, riendo con las chicas, jugando juegos de mesa o simplemente siendo abuela.


Se sintió bien escuchar la alegría de sus voces. Fue reconfortante y me hizo sonreír.


Mientras seguía en la cama, me cayó la ficha: Carol estaba devolviendo la normalidad a la rutina de la casa y, al hacerlo, me permitía ser paciente de tiempo completo.


Como personalidad crónica de tipo A que soy, tiendo a estar al pendiente de T-O-D-O y trato de mantener las cosas bajo control. Pero transitar la quimioterapia consume mucha energía y caí en la cuenta que no puedo hacerlo todo.


Ver la normalidad restaurada en una parte de la rutina de mis hijas apaciguó mi ansiedad tipo "A" y alivian


ó mi carga mental. Me permitió concentrarme en ser paciente de tiempo completo, sintiendo tranquilidad que, al menos por un tiempo, es bueno poder soltar.


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